EMILIA PÉREZ (2024)

Los musicales nunca son realistas. Y Emilia Pérez todavía lo es menos. No esperes un afinado retrato del México actual, porque no es lo que busca el cineasta francés Jacques Audiard ni su equipo. Al igual que Moulin Rouge no es un París auténtico, ni en el presente, ni en el pasado, esta película no es realismo social, sino una bizarra historia de narcos y de transición de génerpo. Si te gusta el surrealismo de neón de Leos Carax y Nicholas Winding Refn, vas a gozar con Karla Sofía Gascón, Zoe Saldaña y Selena Gomez.

Probablemente nunca hubo una película que haya cosechado tantas polémicas en su carrera por el Oscar como el narco-musical de Jacques Audiard. Pero, haciendo abstracción de todas ellas –los tuits de Karla Sofía Gascón, las declaraciones del director sobre el idioma castellano, las quejas por apropiacionismo de México...–, Emilia Pérez sigue siendo una película que brilla por su originalidad, y la idea básica de la feminidad como antítesis de la masculinidad tóxica por la vía de una operación de reasignación de sexo es lo suficientemente alocada como para tener nuestra simpatía.

En premisa es loca, destripada y sensible cual clásico del primer Almodóvar. En forma, se ve como un folletín sobresaturado, chillón (vamos, como un culebrón pero con extra de presupuesto), y se canta a pelo, mal, como ‘Annette’. Zoe Saldana emparentada con una Natalie Wood en tiempos de empoderamiento y autoexplotación, Karla Sofía Gascón como una bomba interpretativa. Selena Gómez, que tenía que estar ahí. Drama mayúsculo para ver en el cine y, mejor, sin que te la hayan contado… Aunque a día de hoy, ¿es eso posible?